La paradoja del Krautrock


Que no, que no son de Carabanchel. Que son alemanes.


Hay un género musical minoritario y desconocido pero sin embargo influyente en la historia de la música. Este género ha tomado la paradoja como una de sus principales características. La paradoja de la libertad absoluta, junto a una absoluta disciplina en el proceso de la composición. Estoy hablando del Krautrock. Un sonido que irremediablemente te engulle y te atrapa, como a Robert Smith le engullía su cama en el vídeo de "Lullaby".

El Krautrock nace cuando a la ambición desmedida por la búsqueda de lo extraño y la originalidad de finales de los sesenta por parte del acid-rock se le antepone una capa de minimalismo de lo que podríamos llamar un punk temprano. Es una reacción a la actitud del rock progresivo imperante en los años 70: "mira mis dedos, qué rápido pueden llegar a moverse tocando la guitarra". Una actitud contra el virtuosismo. Michael Karoll de Can, afirmó: "No pretendíamos impresionar a la gente, pretendíamos mimarla".

En cuanto a las fuentes de las que bebe este estilo, es una verdadera fusión del rock psicodélico emergente con ritmos funk e improvisaciones jazz, con la vanguardia de Stockhausen. Eclecticismo que vició a todas las bandas jazz rock de los años setenta. Podemos encontrar los primeros retazos en el rock de finales de los sesenta: el embrujo de la Velvet Underground o la era cromática de Syd Barrett en Pink Floyd.

Pero donde realmente se forjó y emergió el género fue en Alemania, donde una serie de bandas retorcieron este legado anglo-americano y le añadieron un ingrediente fundamental: su carácter germánico: una combinación de dadaismo, LSD y espíritu Zen, algo que es fácilmente detectable pero difícilmente etiquetable. De hecho la palabra kraut significa repollo, además de ser el nombre, originalmente despectivo, con el que se conocía a los alemanes. Es la misma lógica que se siguió cuando se etiquetó el género spaguetti-disco.

Sin duda las bandas que mejor supieron representar este sonido fueron Can y Neu! A saber...


Can: restricción es la madre de la invención.



El sonido de Can es un fresco trance-rock, con aires de la Velvet Underground, pero con una sección rítmica humeante. Sonidos atmosféricos pero que invitan al movimiento. Su sonido queda definido por la afirmación de su líder Holger Czukay: "restricción es la madre de la invención", o dicho de otro modo, menos es más.

Formados en Colonia en el año 1968, el corazón de Can es un cuarteto de músicos de jazz: el bajista Holger Czukay, el guitarrista Michael Karoli, el teclista Irmin Schmidt y el batería Jaki Leibezeit. Representaron la parte del género más funky e improvisador de todas las bandas. Las grabaciones las realizaban en su propio estudio en un castillo de Colonia, donde realizaban lo que llamaríamos hoy jam sessions interminables a lo largo del día. A continuación, cogían las partes más jugosas que transformaban en composiciones coherentes. Estas técnicas ya habían sido utilizadas por Miles Davis y el productor Teo Macero.

Publican en torno a 16 discos (al margen de directos y recopilaciones), siendo los más celebrados el avant-funk de "Tago-Mago" en 1971, el delicado y angustioso "Ege Bamyasi", la inmersión en la luz de "Future Days" en 1973, "Soon over Babaluma" en 1974 y "Landed" en 1975, lo que constituye su trilogía "Gaia". En el año 1997 se publica "Sacrilege", celebrado disco de remezclas con nombres tan heterodoxos como Sonic Youth, A Guy Called Gerald, el gurú del techno berlinés Westbam o el genio marciano de Brian Eno.

Como muestra te dejo "Paperhouse", el tema que abre su disco "Tago Mago".



Neu!: la excisión de Kraftwerk.



Nos encontramos en el año 1970, Kraftwerk acaba de publicar su primer disco y dos de sus componentes deciden dejar la banda por diferencias con uno de los líderes del grupo: Florian Schneider. No son los únicos a lo largo de la historia de la banda de Düsseldorf que tienen que tomar el camino de abandonar el grupo, por cierto.

Klaus Dingersu  percusionista, es asombrosamente mágico manejando el sencillo y rudimentario ritmo de 4x4. Michael Rother se encarga de la guitarra, no una guitarra cualquiera, una guitarra minimalista, a veces melódica y a veces rítmica, pero siempre interesante y cautivadora.

El caso es que en ese momento los dos deciden fundar una nueva banda: Neu! (muy germánico eso de ponerle "nuevo" a una nueva banda). Originalidad que llevaron al extremo en los títulos de sus trabajos. En el año 1972 publican su primer álbum con el mismo título que su propio nombre: "Neu!". En 1973 publican "Neu! 2" con lo que se puede considerar como los primeros experimentos de remezclas, ya que incluyen temas que suenan a 16 y 78 RPM. La banda finalmente se separa en 1975 tras la publicación de su disco "Neu 75" (si amigos, lo han vuelto a hacer, deciden centrar su originalidad en la música). Klaus Dinger crea una nueva banda: La Düsseldorf, mientras que Michael Rother inicia una muy interesante carrera en solitario.

Su sonido no es fácilmente definible, es un cruce entre la psicodelia y el punk, pero sembrado con escapes de texturas ambientales (como "Leb' Wohl ") y experimentos ruidistas, aunque son sus excursiones rítmicas como "Hallogallo", "Für immer" e "Isi" las que constituyen el gran legado de Neu!

Aquí te dejo precisamente el hipnótico "Hallogallo".


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